Cuadernos de un aviador inquieto

AMAZINANTE EDICIONES

Nostalgia

Hoy hace veintidós días que no navego. Veintidós días sin mar. Y lo echo de menos.

Quien me iba a decir a mi que después de tantos años en Madrid iba a volver a añorar el mar de esta manera. Casi me entristece. Incluso el volar me resulta menos atractivo ahora. En serio.

Echo de menos la soledad del mar en invierno. Me encanta estar solo en la playa. Me encanta estar solo en el mar. Yo, mi tabla y mi vela. Sin duda no es lo más ortodoxo, si de seguridad hablamos, pero bueno, que le voy a hacer si no tengo a nadie con quien navegar en mi playa.

No quiero perder ni un día de mar, así que he decidido comprar un tabla de surf, para esos días en los que hay demasiada ola y poco viento, o demasiada ola y demasiado viento para mi windsurf. Siempre he querido hacer surf. De hecho empece con el windsurf por ese motivo. Por supuesto antes vino el monopatín y el bodyboard, y también desde hace más de media década el snowboard, pero lo que yo siempre he deseado hacer es surf.

Siempre he pensado, muy a mi pesar, que en el Mare Nostrum no se podía hacer surf. Por suerte para mi, hace poco descubrí que estaba equivocado. Tan solo es cuestión de tener claro que tipo de surf quieres hacer, y de elegir bien la tabla. Estoy pensando en comprar una grande, de siete a ocho pies. No llega a ser una "longboard", pero dista bastante de las llamadas tablas cortas. Con una tabla de esa longitud y con el volumen adecuado es fácil aprender. Ademas no necesitas olas grandes y potentes. Creo que sera perfecta para mi y para las olas que tengo intención de coger. Autodidacta de nuevo, más que nada por aquello de seguir la tradición del monopatín, del bodyboard, del windsurf y del snowboard. Manda huevos.

28 octubre 2008

Decisión

Yo soy un piloto de caza. Soy un piloto de caza frustrado.

Como único consuelo, no es que no fuese lo suficientemente bueno como para ir a la Escuela de Caza y Ataque, es que a nosotros directamente no nos dejan ir. No me quejo. Yo ya lo sabia cuando firmé el compromiso inicial de ocho años con el Ejército: Solo aviones de transporte.

Un F-18A y un Canadair esperan su turno para despegar delante de mi, en la cabecera 23 de la base aérea de Torrejón

En el primer año del siglo XXI adelantaron dos meses el examen para Complemento. Y aprobé. En ese momento todo era alegría: Mil aspirantes presentados para veinte plazas, soy el numero dos de España, voy a volar seguro, el veinte de junio a la Academia... Pero perdí el tren de la Escala Superior de Oficiales.

Tal vez, en mi interior, no me veía capaz de aprobar el examen de la Superior. No lo se. Lo he analizado muchas veces. Por algún motivo, decidí quedarme con lo que acababa de conseguir.

La Escuela de Transporte fue aburrida hasta la saciedad. Después del vuelo en la Elemental, después de la acrobacia y de las formaciones, y por muy mal que lo hubiese pasado, por mucho que me hubiese costado adaptarme, el vuelo de navegación instrumental era un verdadero coñazo. No quería terminar volando eso los siete años que me quedaban por delante. Pero ya era demasiado tarde. O eso creía.

-En serio tío, ¡es como volar en la Segunda Guerra Mundial! La única diferencia es que nadie te dispara desde el suelo-. Fue escuchar eso, y ver el cielo abierto de nuevo. Tenía que conseguir una plaza en los hidros como fuese.

Hoy soy un piloto de caza frustrado. Hoy soy un piloto de hidros. Hoy soy feliz.

22 octubre 2008

Lástima

Un servidor volaba este día dentro de este inmortalizado avión

Resulta realmente frustrante alcanzar aquello que siempre has deseado en la vida, y descubrir que lo detestas.

Quería dejar de volar. El simple hecho de recordar el olor de la cabina me ponía enfermo. Esa mezcla húmeda de gasolina, goma y metal.

Despertar cada mañana era un suplicio. La alarma sonaba a las seis y me recordaba que, una vez mas, tenía que volver a subir ahí arriba. Y yo no quería. Realmente, no quería.

No era la Academia, no era la presión del curso, no era la presión del proto, era mi cuerpo. Mi cuerpo no quería volar. Mi cuerpo no estaba preparado para volar. Desorientación, mareo, sudor, escalofríos, vómitos, dolor. Realmente lo pasaba mal. Muy mal.

Creo que la razón principal por la que seguí volando fue porque no quería sentir lástima por mi. No quería rendirme a mi mismo. No quería reconocer que, después de lo que me había costado llegar hasta allí, ahora quería dejarlo. No quería quedarme sin mi sueño.

¿Cual iba a ser mi meta si lo dejaba? ¿Que iba a hacer después? ¿Cual iba a ser mi sueño? No, tenía que seguir adelante. Volar en el Ejercito era lo que yo deseaba, era lo que mi mente deseaba, y mi cuerpo tendría que acostumbrase. O más me valía.

21 octubre 2008

Gigantes

-Parece que solo tienen estos dos modelos.

-Pues vaya mierda. Juraría que antes tenían de esa marca.

-No te preocupes, ya miraremos en otro sitio. Por cierto, ya que estamos aquí, voy a echar un vistazo a los DVD.

Y fue así, como un día cualquiera de septiembre, buscando una sartén eléctrica, me encontré con Riding Giants.

Es curiosa la capacidad de adaptación que tenemos la mayoría de los humanos. Después de años en Madrid había olvidado lo importante que es el mar para mí. Había olvidado la tranquilidad, la paz y el equilibrio que el mar me transmite. Había olvidado que solo cambiaría el volar, por el surf.

Fue después de ver la mencionada película documental, cuando decidí que tenía que volver a navegar. Mi única vela tenía diez años y un tajo de más de medio metro en el monofilm, fruto de la última sesión, hacía más de dos años. Estoy totalmente desconectado. Hace una década que no miro nuevo material.

Me sumerjo en Internet y comienzo a buscar. Ya me veía de nuevo en el agua. -Venga, a ver si la tengo para este fin de semana-. No fue así. Las prisas no son buenas. Al cabo de un par de semanas volví a navegar.

13 octubre 2008

Recuerdos

Desde que era un niño mi mente siempre ha estado en el aire. Siempre he querido volar. Siempre he querido pilotar aviones.

Los angloparlantes tienen una palabra para eso: air-minded. Yo iría más allá. Siempre he sido un aerotrastornado.

Desde que tengo recuerdos he deseado ser un aviador. O tal vez siempre lo he sido. Hoy conozco a muchos pilotos, pero a muy pocos aviadores. El aviador es como el soldado, es como el surfista: no se puede hacer, se es desde siempre, o no se es. Los sentimientos y las sensaciones experimentadas por un aviador solo se pueden compartir con otro aviador, al igual que las experimentadas por un surfista solo se pueden compartir con otro surfista. Somos bichos raros. Siempre estamos en las nubes. Nuestra mente siempre esta en el aire, siempre esta en la mar.

Después de años sin navegar, he vuelto al mar. Ese es el motivo de esta bitácora, y hoy es un buen día para comenzar a escribir.

11 octubre 2008

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