Cuadernos de un aviador inquieto

AMAZINANTE EDICIONES

Zaragoza

Al salir a comer vi una pequeña columna de humo que se alzaba a escasos diez kilómetros de la base. Bromeando dije -vámonos rápido a comer que esta tarde nos sacan-. Cuando íbamos por el postre sonó el teléfono. Dos aviones.

La historia parecía repetirse. La misma hora, el mismo mes, la misma zona; y es que el año pasado el incendio de Zuera apareció exactamente igual: una pequeña columna de humo, antes de salir a comer.

Por suerte esta vez el incendio fue menor. Había comenzado dentro del campo de maniobras de San Gregorio. Poco bosque hay ahí dentro. Sin embargo el bochornoso viento de levante empujaba el fuego fuera del recinto militar, hacia una gran zona de pinares. Había que pararlo antes de que llegara allí.

El incendio del campo de maniobras de San Gregorio visto desde la cabina de mi hidroavión cuando ya había generado un enorme cumulonimbo en su vertical

Los dos aviones despegamos a las 15:00 y en menos de diez minutos estábamos soltando las primeras descargas. El incendio había comenzado antes de la una. Cuando llegamos no había nadie en la zona. Tan solo un helicóptero de observación. Le dijimos que sería, cuanto menos interesante, que mandasen personal de tierra para ayudar a controlar el avance del fuego. Dos aviones solos no podíamos hacer nada ahí. El fuego quemaba monte bajo y pastizal y avanzaba demasiado rápido. La respuesta del helicóptero fue sorprendente:

-Pues en principio no esta previsto que venga nadie. Como es terreno del Estado, la Comunidad no va a mandar a sus bomberos. Ah, y tengan cuidado, que nos han dicho que hay munición sin detonar, y puede explotar cuando el fuego la alcance.

Genial, ¡solos y con artillería antiaérea! El buen hombre del helicóptero añadió que se marchaba, que en breve vendría un helicóptero militar a coordinar. ¿A coordinar qué?, me pregunté yo. Creo recordar que a la media hora, más o menos, se unió a nuestra lucha un Ka-32 del Ministerio de Medio Ambiente. Pasado mucho rato, no voy a decir cuanto, y tras mucho insistir, y tras preguntarnos por que demonios no mandaban siquiera a los chicos de la renombrada unidad de emergencias, el coordinador del helicóptero dijo que el personal de tierra estaba a punto de llegar. Pero a pesar de que a esas alturas se nos habían unido más medios aéreos, ya era demasiado tarde.

Ya era demasiado tarde porque el viento había abierto demasiado el incendio; había abandonado la zona de monte bajo del campo de maniobras y comenzaba a subir por las laderas boscosas de un valle cercano. Ahora, al parecer, ya se podía comenzar con la extinción del mismo. Manda huevos.

25 agosto 2009

Cabizbajo

Hace poco, en algún lugar del Mediterráneo, yo, cabizbajo, pero feliz.

-¿Alguien a visto alguna ola por aquí?

Estuvo bien aquel anochecer, cuando los turistas abandonaron la playa y nos dejaron el mar para nosotros...

Yo de pie sobre mi tabla de windsurf

22 agosto 2009

Tarraco

"Soon we were airborne, heading north to the Mekong river. Even with climb power, the old A-1, now fully loaded with weapons, stagered in the hot and humid air..."

¡Ring! ¡Ring! El desagradable sonido del teléfono de la habitación me devolvió a la realidad. Dejo el libro sobre la mesa. -Cagüentó, ahora que estaba yo volando en mi Skyrider sobre Vietnam...

-Oye tío, tengo los oídos hechos un asco, ¿puedes volar tu por mi?

-Joder, ¡encantado!, si total, acababa de despegar desde Nakhom Phanom...

Mierda, pasan de las cuatro y todavía no he comido. Es lo que tiene estar de día libre. Me pongo el mono y las botas mientras me tomo un yogur y meto unos calcetines y unos calzoncillos en la mochila. Nunca se sabe. La ultima vez que salí a volar con lo puesto tardé cinco días en volver a casa... Cojo el coche y en menos de un minuto estoy a pie de avión. Es lo bueno de vivir en la base.

Un A-1H Skyrider del 1st Special Operations Squadron espera en la plataforma de la base de Nahkon Phanom

Dos aviones a Tarragona. -¿Habéis avisado a Fran? Ok. ¡No me jodas que me toca el dieciséis! -Un vistazo rápido al mapa. Por ahí no hay ningún pantano cerca. Iremos al mar seguro. Tal vez carguemos la primera de paso en el Ebro. En lo único en lo que me fijo un poco más es en el rumbo directo al incendio: rumbo 100°. No hace falta mas. El resto, una vez estemos en vuelo. Saliendo del destacamento echo un vistazo a la temperatura: 38°. ¡Cagüentó! Y el 16 sin aire acondicionado, y con dos radios que tienen el alcance de las de Fisher-Price.

En cabina el termómetro marca 48° y apenas recibo a la torre. Joder, así no se puede ir a ningún sitio. La verdad es que el 15 y el 16 vuelan muy bien, pero sus equipos están ya muy cascados. Estos dos aviones están para vendérselos al mejor postor. Menos mal que Fran va en el 21. Hablo con él y le digo que comuniqué siempre por los dos, yo a partir de ahora me pego a él y le sigo hasta el infierno. Volando juntos si podemos comunicarnos sin problema en frecuencia táctica.

La verdad es que uno se acostumbra fácilmente a lo bueno... pero aquí estamos, en visual, rumbo cien y sin mayor problema; eso si, sudando como pollos y casi sin radios. No me lo perdería por nada del mundo.

Efectivamente, la primera carga la realizamos en el Ebro. El incendio todavía esta lejos. Cincuenta millas, mucho más de lo que a mi me gusta llevando agua, sobre todo si hay que subir montañas. Es tontería llevar el avión cargado a tope de manera gratuita. Ademas, si hubiésemos cargado más adelante, hubiésemos consumido más combustible, y hubiésemos podido coger más agua, pero no había otro lugar, y en este caso primaba el hecho de llegar con agua al incendio. Queda muy mal presentarse, decir hola aquí estoy, que te digan -genial, les estábamos esperando; descarguen en la ladera sur, esos chicos necesitan su ayuda -y tener que decirles que ahora vuelves, que no tienes agua...

El incendio no era gran cosa, pero estaba literalmente pegado a un pueblo, con sus urbanizaciones y demás, así que supongo que los habitantes del mismo lo verían con otros ojos. Realizamos la primera descarga y solicitamos permiso para cargar en el puerto de Tarragona. Antiguamente podíamos meternos en cualquier puerto sin previo aviso, pero ahora como estamos en el siglo XXI hay que pedir permiso, no vayamos a dejar de ver un barco mercante y vayamos a chocar con él. En los poco más de cinco minutos que tardamos en llegar al puerto, recibimos la autorización vía radio; bueno, yo no, Fran la recibió.

Las cargas en el puerto fueron muy cómodas. Obviamente el mar ahí dentro estaba más que calmado. Lo más peligroso, las decenas de gaviotas que tenías que esquivar durante toda la maldita maniobra. A más de una le dimos un infarto, y más de una nos dio a nosotros un buen susto... Las descargas en el incendio, muy normalitas. Como ya he comentado antes, el incendio no era gran cosa.

Foto de mi cristal delantero tomada el día del relato

En un momento dado nos comunicaron que no podíamos seguir cargando en el puerto, pues había un barco maniobrando. La comunicación nos pilló llegando al mismo. Vimos claramente el barco en cuestión. Huelga decir que podríamos haber cargado diez hidros simultáneamente sin entorpecer la maniobra... No hay problema: a mar abierto. La verdad es que era un día apacible y el mar estaba muy calmado. Buscamos la playa más cercana al incendio y esquivando bañistas, motos, lanchas, buzos, veleros, gaviotas, patos y gansos proseguimos con nuestra particular misión. He de reconocer que viendo a todos aquellos bañistas, ¡me hubiera dado un chapuzón en el mar encantado!

Tras varias cargas en el mar nos comunicaron que podíamos volver a utilizar el puerto, y así lo hicimos hasta que el incendio simplemente, desapareció. Eran las ocho de la tarde cuando nos ordenaron volver a base.

Volar en visual hacia poniente y al atardecer tiene sus inconvenientes; sobre todo si previamente, en el fragor de la batalla te has comido alguna descarga del avión precedente. Especialmente si la descarga era de agua de mar. ¡Que guarrada de cristal! Para más inri la pista en servicio en Zaragoza era la 30: contra el sol. ¡Suerte tuve de no aterrizar en cualquier otro sitio jajaja!

17 agosto 2009

Longboard

Un surfista sale del agua con su tablón

Al final aquel impresionante día con marea baja en Furnas fue mi último día de surf en las galias. Entre el accidente con el coche y los posteriores cinco días de incendio que en otro momento comentaré no tuve la oportunidad de volver al mar.

Ahora, dos semanas después, aquí, en el desierto aragonés, lo echo de menos. Pero mi mente ve cada vez más cerca el invierno, cuando las playas de levante vuelven a quedar desiertas y los vientos del norte vuelven a meter olas en mi pequeña bahía. También tengo en mente un cambio de tabla. Como creo ya haber comentado alguna vez por aquí, el "longboard" es el surf que me gusta. Espero tenerla para septiembre; para octubre como tarde. Una ola, y hasta la orilla...

6 agosto 2009

Alabama

Cuando se dan las condiciones adecuadas el incendio produce un imponente cumulonimbo en su vertical

A veces parece una maldita explosión nuclear. Alguien en frecuencia táctica puso "Sweet Home, Alabama". Cuatro aviones nos acercábamos desde el oeste a aquella bola de humo, fuego y ceniza. Recuerdo entonces haber esbozado una sonrisa. Si no fuera por lo trágico, el vuelo, la situación y el espectáculo serian dignos de disfrutar.

Desde lejos se ve perfectamente una columna de humo, densa y negra que asciende varios miles de pies en la atmósfera. Si no hay demasiado viento llega un punto en el que el humo comienza a disiparse. Todo el vapor de agua resultante de la combustión de miles de arboles comienza a condensar al descender la presión atmosférica tras el ascenso. Millones de calorías alimentan esa mezcla gaseosa y generan fuertes corrientes ascendentes. A la media hora esa combinación de procesos químicos y físicos comienza a generar un gigantesco cumulonimbo encima del incendio que se retroalimenta durante horas, creciendo en intensidad, en volumen y en altura. En estos casos, normalmente estas aterradoras nubes para todo aviador no van más allá. Normalmente en un incendio de estas características no te ves obligado a meterte debajo de la nube. La densa columna de humo que une la nube con el suelo impide el paso de cualquier aeronave. Alguna vez he visto como la enorme nube ha comenzado a descargar parte de la humedad condensada en forma de lluvia, como si la propia naturaleza quisiera aplacar el incendio, como si el agua que antes habitaba en los arboles quisiera ayudarnos en nuestra lucha.

Nunca dejo de impresionarme. Ese día no llevaba mi cámara de fotos. Saque el móvil e hice un par de capturas. Por un momento me sentí como si estuviese fotografiando a "Little Boy". De nuevo sonreí. Ahora tocaba meterse ahí debajo. "Sweet home, Alabama".

5 agosto 2009

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