Cuadernos de un aviador inquieto

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Hoy toca decir adiós

En un día tan especial como hoy, quería aprovechar la oportunidad para deciros que tengo la intención de dejar la aviación de aerolínea. Los últimos cuatro años han sido muy variados, interesantes y estimulantes; también han sido un reto personal y sin duda un complemento -o más bien un impulso- para mi particular carrera profesional.

Tras mi primera habilitación de tipo no militar, comencé la instrucción de copiloto llevando pasajeros en Baleares, dando seis saltos entre las islas cada día, con escalas ridículas, durante un largo y caluroso verano; la palabra estresante se queda corta para definir semejante cambio, tras casi dos décadas volando cómodamente sobre las llamas... Después, una vez suelto en flota, pasé a llevar más pasajeros por la península y carga por media Europa, compartiendo cabina cada noche con comandantes españoles y extranjeros. A los pocos meses mi jefe me dijo que me fuera preparando, pues en breve me enviaba al curso de comandante -cosa para la que yo no me veía en absoluto preparado-. La pandemia de 2020 vino para trastocarlo todo y retrasó mi ascenso durante casi un año, en el que por suerte nosotros, al transportar mercancías, no dejamos de volar cada noche. Huelga decir que esos meses extra como segundo de a bordo me vinieron muy bien, y me sirvieron para afianzar mi posición en un avión complicado y una operación todavía foránea.

Una vez superada la formación de mando, se me invitó a vivir en Cluj, la segunda urbe más poblada de Rumanía. Mi ciudad adoptiva resultó toda una sorpresa y los meses que allí pasé terminaron por convertirse en el recuerdo más agradable que me llevo de mi actual aerolínea. ¡Quien me lo iba a decir! Fue una experiencia muy buena, personal y profesionalmente hablando. Terminado mi periplo transilvano, volví a Madrid, donde todavía comparto un cómodo piso franco cerca del aeropuerto con otros dos compañeros del gremio. Esta nueva base de operaciones me permitió volar el ATR de las Azores a Estambul, y de Senegal al círculo polar ártico, literalmente. Alguna vez que otra en condiciones límite, pero afortunadamente en compañía de aviadores excelentes, con los que compartiría cabina en cualquier batalla. Los que habéis pasado por aquí sabéis que estáis hechos de otra pasta. La noche, el cansancio, las programaciones cambiantes, un avión exigente, la falta de comida, el frio extremo y el calor sofocante... Que queréis que os diga; en mi caso, todo ello forma parte de una experiencia -no apta para mi vecino del quinto- que no hubiera cambiado por nada del mundo.

Pero hoy toca decir adiós. Siendo honesto, el vuelo de aerolínea en sí ha dejado de satisfacerme y por ello hoy, 28 de diciembre, he decidido dejar mi puesto de comandante y pasar a volar un avión ligero y monoplaza sobre los más fieros incendios forestales del planeta Tierra.

28 diciembre 2023

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